Los cachorros necesitan desparasitación interna y externa desde las
primeras semanas de vida. La desparasitación interna es la que actúa contra
parásitos que se alojan en el interior del cuerpo del perro. Los más conocidos
son los que popularmente se denominan lombrices o gusanos intestinales. Pero
hay otros vermes que se localizan en el corazón, en el aparato respiratorio o
incluso en los ojos. Consulta nuestro artículo sobre los GUSOCs,
gusanos del ojo y del corazón, para más
información.
Por otra parte, la desparasitación externa se dirige contra los
parásitos presentes sobre el cuerpo del perro. Los más conocidos y extendidos
son las pulgas y las garrapatas, pero, sobre todo en cachorros, también pueden
aparecer ácaros causantes de sarna demodécica o sarcóptica. Además, hay que
tener en cuenta que cada vez es más frecuente la presencia de flebotomos y
mosquitos, que pican al perro y pueden transmitirle otros parásitos, como la Leishmania o el gusano del corazón, entre otros.
Es cierto que muchos perros parasitados tanto interna como externamente
no desarrollan cuadros clínicos graves, sobre todo si ya son adultos y poseen
un sistema inmunitario sano. Pero, en los cachorros, las parasitaciones
intensas pueden resultar incluso mortales. Se trata de animales más
vulnerables, ya que su sistema inmunitario todavía es inmaduro, que, cuando son
atacados por parásitos, como por ejemplo los gusanos intestinales, pueden
sufrir diarreas, vómitos, desnutrición, problemas de crecimiento, mal aspecto del
pelo, anemia o incluso una obstrucción intestinal si hay una gran cantidad de
gusanos que forman una bola en el sistema digestivo. En los casos más graves no
es posible revertir la situación y el cachorro fallece.
Además de todos estos daños, como hemos comentado hay parásitos
(ectoparásitos) que transmiten otros parásitos. Por ejemplo, las pulgas pueden
transmitir al perro la tenia Dipylidium caninum. Los flebotomos
transmiten leishmanias y los mosquitos el gusano del corazón. Por su parte, las
garrapatas son transmisoras de enfermedades tan graves como la babesiosis, la
ehrlichiosis, la anaplasmosis o la enfermedad de Lyme. Y recuerda que tanto los
parásitos internos como los externos pueden afectar a otros animales, seres
humanos incluidos. Los niños y las personas con el sistema inmunitario
debilitado son el grupo de más riesgo. Un ejemplo es el gusano Toxocara canis, que produce una enfermedad en las personas
llamada Síndrome de larva migrans.
Desparasitando no solo protegemos a nuestro perro, sino que rompemos el
ciclo vital del parásito, con lo que impedimos su proliferación y la
posibilidad de que afecte al resto de miembros de la familia. No hay que
olvidar que asistimos a una expansión de las enfermedades parasitarias. Todos
estos datos no dejan lugar a dudas de la importancia de la desparasitación
durante toda la vida del perro.
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